Antes de ayer estuvimos de nuevo en la Asociación Alma Latina de Madrid. Esta vez queríamos trabajar la creatividad y la búsqueda de alternativas de una manera divertida y, por eso, llegamos allí con un montón de objetos deteriorados y materiales usados.
Como siempre, empezamos por contarnos qué tal la semana y en seguida empezamos a jugar al «Un objeto habitual», incluido en el libro «Juegos para pensar», de la Editorial Octaedro.
Nos reunimos en torno a una mesa en la que había tres misteriosos objetos. Dos estaban cubiertos por telas y, tocándolos, pudimos adivinar que eran unas botas y una caja, pero otro estaba dentro de una bolsa y no supimos adivinar lo que era, así que empezamos por él.
La facilitadora vació la bolsa en el centro de la mesa y de ella cayeron unos cartones, una caja y una lata vacía, nos pusimos a pensar y, uno por uno se nos ocurrieron hasta once objetos en los que podíamos transformarlas. Algunas de las cosas que se nos ocurrieron fueron un lanza-guisantes, un visor, un administrador de escritorio, un joyero ecológico, un conjunto artístico de macetas, una escultura, un marco de fotos, una torre de juguete, una nave espacial…

Después, destapamos una caja y pensamos que serviría también como macetero, aunque en seguida nos dimos cuenta de que se mojaría y tuvimos que buscar una solución. Se nos ocurrió ponerle una bolsa. Y también pensamos que podría ser una caja fuerte, un joyero, una caja para un hámster, un circuito de canicas y algunas cosas más.
Por último, tras la tela negra aparecieron unas botas blancas con la suela partida y de nuevo pensamos en maceteros, pero no solo. Cada una de ellas podría ser la casa de un elfo, una escultura decorativa, un bote para los lapiceros… y además podíamos juntarla con los cartones y la lata para que el resultado fuera mejor.

Una vez hubimos escrito en la pizarra todo lo que se nos ocurría empezamos un diálogo en el que decidiríamos qué dos objetos crear, porque éramos solo 5 niños y niñas y no teníamos tiempo para hacerlos todos…
Entonces, nos preguntamos cuál de los objetos sería el más útil y nos dimos cuenta de que no teníamos muy claro lo que significaba que algo fuera así «¿Útil y cotidiano significaban lo mismo? ¿Podría ser útil un lanza-guisantes? ¿Por qué algunas piensan que sólo lo aburrido y necesario puede ser útil? ¿No es útil jugar?…»
Pero no solo eso, también nos preguntamos cuál era el más original y cuál el más bello, y de nuevo aparecieron un montón de preguntas. La mayoría tenían que ver con los objetos, pero algunas otras también con cómo nos estábamos comportando «¿Qué es ser original? ¿Es lo mismo que ser único? ¿Es original construir con cartón un objeto que suele ser de plástico? ¿Cómo nos sentimos cuando no respetamos el turno de palabra? ¿Es mejor hablar por turnos o todos a la vez?¿es lo mismo una escultura que un objeto decorativo?¿Qué es el arte?..»
Luego, tuvimos que decidir en dos grupos cuál construíamos y resultó que cada uno/a de nosotros/as quería el suyo. Como solución, pensamos en construir algunos de los que nadie quería hacer, pero luego nos preguntamos cuáles serían los más fáciles y, finalmente llegamos a un acuerdo.
La facilitadora vació entonces una bolsa muy grande con telas, cartones, bolsas, envoltorios y hasta una peluca rota y nos pusimos manos a la obra. Solo teníamos 45 minutos así que tuvimos que hacerlo muy rápido.

Nos pusimos un poco nerviosos cuando quedaba solo un minuto, pero al final los dos grupos logramos construir nuestros objetos. Recogimos entonces la mesa entre todos/as y, en dos minutos, nos preparamos para presentárselos al otro grupo y para explicar cómo los habíamos hecho.
Uno era un conjunto artístico de macetas, para el que usamos tanto la caja como las latas, algún bote de cristal y vasos de plástico gastados y el otro, hecho sobre una bota, era la casa de un elfo.
Explicamos con detalle cómo lo habíamos hecho y por qué y después nos dimos consejos de mejora entre los equipos, como poner pegamento en lugar de celo para sujetar algunas cosas o recoger la tela que servía de tejado a la casa del elfo…
Además, también nos plantearnos cómo había ido el trabajo en grupo y pensar como mejorarlo. El grupo de tres pensaba que una compañera no había trabajado mucho y, por eso, que hubiera sido trabajar sobre un plan inicial, para que cada uno hiciera lo que mejor se le da.
Sin embargo, todos los objetos nos parecieron muy bonitos y, sobre todo, muy bien elaborados para el poco tiempo que habíamos tenido. Por eso, cuando la facilitadora nos preguntó a quién se lo regalaríamos, no supimos elegir y decidimos dejarlos en la Asociación para decidir en la siguiente sesión.
Al final, como siempre tuvimos que evaluar la actividad y, esta vez, nos tocó elegir entre una vela, un tenedor y un pincel para decir cómo de útil nos había parecido la actividad, aunque el ejercicio era un poco difícil y no todos/as la entendimos del todo.
Para uno de los compañeros la vela representaba que la actividad había sido ardiente, porque habíamos tenido que ir de prisa, para otra la misma vela representaba la luz de muchas ideas y para otros el pincel, porque habían pensado mucho en cómo mejorar las cosas viejas… Pero en lo que estuvimos de acuerdo todos/as fue en lo bien que lo habíamos pasado.
