En Filotopías creemos que la reflexión ética y cuidadosa es fundamental para nuestra sociedad y, además, que practicarla desde que somos pequeños/as es necesario. Por eso, y coincidiendo además con la decisión de retirarla de la ESO, esta semana hemos querido ponerla en práctica y reivindicarla con los niños y niñas de Alma Latina a través de una actividad en la que nos preguntamos qué pasaría si fuéramos superhéroes o superheroínas.
En ella, lo primero que hicimos, después de contarnos qué tal la semana, fue definir qué significa ser un superhéroe o una superheroína. Al principio muchos de nosotros/as pensamos que un superhéroe/ína es una persona que tiene poderes y que si no los usa para salvar a los demás es un villano. Pero la intervención de una compañera nos hizo dudar: «Si los/las humanos/as no somos villanos/as cuando no ayudamos a los demás, ¿por qué pensamos que un superhéroe si lo es?».
Tras un poco de diálogo, algunos pensamos que una persona con poderes y un superhéroe son cosas distintas, y que alguien con poderes que no lucha contra el mal no tiene por qué ser villano, aunque las dudas no desaparecieron del todo… A algunos nos seguía pareciendo raro eso de que alguien con poderes no ayudara a los/as demás…

Después, pensamos en los superhéroes y superheroínas que conocíamos y nos dimos cuenta de que había muchos más hombres que mujeres, y también de que estas son casi iguales que ellos, copias. Los/as más mayores del grupo creían que esto ocurre porque los comics de superhéroes son antiguos y antes la sociedad era más machista. Así que, después, los creadores, que son casi todos hombres también, se quedaron sin imaginación y los copiaron, aunque ya eran un poco menos machistas. La mayoría dio estas respuestas por buenas y hubo acuerdo en que debería haber más mujeres.
Entonces, cada cual tuvo que elegir qué superhéroe quería ser, un superpoder, un nombre y pensar para lo que lo usaría, además de crear un antifaz con los colores que le representarían.

Al final, discutimos un rato sobre lo que haríamos con nuestros superpoderes, porque aunque sólo un niño y una niña habían decidido usar sus poderes para salirse con la suya, también había distintas opiniones sobre cómo salvar a la humanidad.
Algunas decidieron tener el poder de salvar a las plantas para que nos dieran oxígeno, otras ser gatos para darle cariño a todo el mundo y llegar muy rápido cuando la gente necesitara ayuda y otros pensaban en enfrentarse a villanos… Y un compañero dijo una frase que nos hizo pensar mucho «Un gran poder implica una gran responsabilidad», pero, como estábamos cansados/as, decidimos continuar con el diálogo en la siguiente sesión.
Entonces, la facilitadora mostró tres imágenes del mar y nos preguntamos cuál de las tres era más parecida al diálogo que habíamos tenido. Uno de los niños escogió la imagen en la que se ve el agua en movimiento y la luz del sol en la parte superior, porque pensaba que el diálogo había sido profundo y esperanzador, otra niña escogió el mar en calma porque había sido un diálogo pacífico, otra la de las profundidades porque le parecía que había sido profundo…
Finalmente, llegó el momento de decidir quién se quedaba con los objetos creados en la sesión anterior, la Casa del Nomo. Decidimos dársela a la persona que mejor hubiera estado en la sesión y, curiosamente, la elegida fue la niña más pequeña que, aunque había participado poco, lo había hecho de una manera muy ordenada y pacífica.
