¿Cómo podemos relacionarnos mejor con nuestras emociones y con las de los/as demás? Resumen del 2º Diálogo Filo-Utópico desde la pandemia.

El grupo había decidido que el pensamiento sobre un mundo mejor debía empezar tratando alguna cuestión relacionada con la esfera espiritual y social de la sociedad y, por eso, esta vez la pregunta era ¿Cómo podemos relacionarnos mejor con nuestras emociones y con las de los demás?. 

El encuentro comenzó con un bosquejo de los supuestos implícitos en la pregunta: ¿Qué estamos dando por hecho al formular la pregunta y por qué la formulamos? ¿Por qué es la primera de nuestros encuentros? ¿Sabemos lo que es una emoción? ¿Estamos descontentos con nuestra vida emocional? ¿Tiene esto algo que ver con el confinamiento? Fueron algunas de preguntas que surgieron entonces y ellas nos llevaron a pensar que, en general, en nuestra sociedad se prima la represión de algunas emociones sobre otras y, también a pensar la diferencia entre una emoción y un sentimiento. 

La emoción, parece ser algo más primitivo, el movimiento que realiza nuestro cuerpo cuando algo le impacta, el cual es inmediato y ante el que nuestra consciencia permanece pasiva. Es algo que difícilmente dominamos y que, tradicionalmente ha sido catalogado del lado de lo pecaminoso y animal, de lo bajo, frente a lo espiritual, a la conciencia que puede y debe dominarlas. Y los sentimientos son algo más duradero, algo así como la emoción duradera que se  hace consciente para ser aceptada o rechazada. Son estados duraderos sobre los que tenemos más poder, que mueven nuestros deseos y que tienen algo que ver con nuestra personalidad. 

Esto sirvió para precisar sobre lo que estábamos hablando y nos lanzamos al diálogo sobre algunos de los textos que habíamos leído en la actividad preparatoria (los cuales puedes leer pinchando AQUÍ)

Los que más llamaron nuestra atención fueron los fragmentos de la novela “Ecotopía”, donde se muestra a los habitantes de un mundo en el que todo el mundo expresa sus emociones y sentimientos de manera muy abierta y espontánea, y el fragmento de Erich Fromm en el que éste explica la diferencia entre el modo existencial de ser y el de tener. 

En el modo de existencia de tener, mi relación con el mundo es de posesión y
propiedad, deseo convertir en mi propiedad todo el mundo y todas las cosas, incluso a mí
mismo.

En el modo de existencia de ser, debemos identificar dos formas de ser. Una se opone a
tener, como se ilustra en la afirmación de Du Marais, y significa una relación viva y
auténtica con el mundo. La otra forma de ser se opone a la apariencia y se refiere a la
verdadera naturaleza, a la verdadera realidad de una persona o cosa que se opone a las
apariencias engañosas, como se ilustra en la etimología de ser (Benveniste).”

A partir de estas lecturas y la comparación entre ellas y nuestras vidas hablamos sobre como en nuestra sociedad tendemos a reprimir nuestras emociones. Esto se relacionó con el pecado, la culpa, la animalidad y otros conceptos propios de la religión y con el racionalismo… de como algunos tenían sentido o, al menos, eran hasta cierto punto, ¿No es verdad que vivir atados/as a las pasiones es ser esclavos? ¿No necesitamos cierto dominio?

A pesar de esto, casi todos/as estuvimos de acuerdo en que algunas de nuestras emociones estaban demasiado reprimidas o, al menos, mal canalizadas. Para casi todos/as, parecía que para mejorar era importante ser capaces de mostrarnos vulnerables, como los personajes de «Ecotopía» ¿Por qué tenemos que ser fuertes? ¿Por qué huir del dolor en lugar de afrontarlo y superarlo mediante la aceptación? Nos dimos cuenta de que cuando nos mostramos así es más fácil que los demás empatices y dejen de lado las exigencias que se imponen desde el ámbito laboral y/o económico y social. Pensamos que, quizás, eso des-dramatizaría nuestras vidas, aunque no tenemos muy claro que eso sea posible, porque quizás seamos animales dramáticos y, además, para algunos/as un poquito de drama de vez en cuando no está mal ¿Si no sufriéramos, apreciaríamos la calma? 

Pensamos también en cómo unas emociones, sobre todo las violentas, nos sirven para tapar otras, como la tristeza o la apatía, y también cómo existe una catalogación y jerarquización social de las emociones: buenas y malas, vergonzosas y aceptables… En como algunas emociones, como el enfado, pueden ser adictivas, en la influencia del género, en el origen físico o psicológico de las emociones y, a partir de ahí, en la libertad. 

Así, aunque empezamos preguntándonos cómo podemos mejorar nuestra relación con las emociones y acabándose preguntándonos por la posibilidad de hacerlo ¿Podemos anteponer nuestra voluntad a la dopamina? ¿Quiénes somos?¿Somos algo más que una reacción química? ¿Qué es la empatía? ¿Los animales también la tienen? Para lo que uno de los participantes nos envió el estudio que puedes consultar aquí.

Para cerrar, nos despedimos con una emoción, estas fueron desde la alegría al desconcierto, pasando por la perplejidad, y elegimos seguir con un tema de la misma esfera: ¿Cómo podemos dejar de consumir personas?. Nos reuniremos el 14 de Febrero. 

¡Si quieres apuntarte, date prisa, aún puedes venir!


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