El domingo pasado 19 personas asistimos al Primer Diálogo Filo-Utópico desde la pandemia. Fue online, 17 personas estuvimos conectadas y dos de ellas participaron enviando sus presentaciones y sus sueños por email. ¡Somos más de 20 inscritos/as y el grupo es muy variopinto! Tenemos artistas, una experta en prevención de riesgos, un psicólogo, un cartero, gente del mundo del marketing, docentes, ingenieros, un investigador en inteligencia artificial…

Como explicamos en otras entradas, la actividad parte de los conceptos de utopía concreta y de función utópica (afecto de la esperanza) que Ernst Bloch desarrolla en su obra y trata de ponerlos en funcionamiento. Por eso, consiste en trabajar sobre nuestros sueños despiertos, que son de los que partimos para construir las utopías, y en hacerlo a través del diálogo filosófico.
En la primera sesión trabajamos un poco sobre estos conceptos y lo hicimos a través de una actividad preparatoria que casi todo el mundo hizo en casa antes de venir y que después desarrollamos. Esta consistía en la lectura de un texto en el que se explicaban los conceptos fundamentales y en la elección de algunos de nuestros sueños despiertos para compartirlos con el grupo. Para que os hagáis una idea voy a resumiros un poquito lo que leímos en los textos y recordamos en la sesión.
El término utopía fue acuñado por Tomás Moro en 1516 a partir de la palabra topos y el prefijo “u-”, el cual no existía y que puede ser asociado tanto al prefijo “eu”-, que significa “lo mejor”, como a ou-, que indica negación. Por eso, entendemos que su significado es el de “el mejor lugar que no existe”.
Todas las utopías son imágenes perfectas que, de alguna manera, cumplen con los deseos que una sociedad o un grupo social tiene en un momento concreto y, al proponer un modelo ideal, critican la realidad existente. Pero no todas las utopías son iguales ni cumplen como una idéntica función. Para Bloch, las utopías abstractas son las que, partiendo de los afectos de la angustia y el miedo proponen modelos ideales totalmente alejados de la realidad, los cuales sólo sirven a la evasión y frustran nuestras acciones; mientras que la utopía concreta es la que, partiendo del conocimiento de la realidad y del afecto de la esperanza, consiste en un modelo posible, el cual nos pone en movimiento. Y las dos parten de los sueños que tenemos cuando estamos despiertos.

Estos son las ensoñaciones que aparecen cuando nos aburrimos o cuando nos relajamos y en ellas se manifiestan los deseos que, como miembros de una sociedad determinada o de un grupo social, nos vienen inculcados desde fuera. Ante ellos, somos pasivos, porque consisten en deseos y, al reflexionar sobre ellos, podemos llegar a convertirlos en un querer que, ya sí, nos pone en movimiento. A partir de ese querer se construye la utopía concreta.
Después de presentarnos, el diálogo comenzó con algunos de los invitados recordando estos conceptos y, después, compartimos nuestros sueños. El resultado fue una larga lista en la que existían algunas coincidencias y diferencias, algunos de ellos fueron «controlar al mono, acabar con la humanidad, acabar con la pobreza, tener más tiempo libre, unirnos con la naturaleza…». Y, después, los ordenamos en las distintas esferas de la sociedad.
Definimos estas esferas como los elementos que son necesarios para que exista una formación social y los presentamos en un orden que consideramos realista (clic en la 1º imagen). Este estará sometido a discusión durante todo el taller. Como puede verse (click en la 2º imagen), el orden de las esferas, enfocado desde el criterio de lo que consideramos más fundamental para comenzar a construir la imagen de un mundo mejor, resultó alterado (aunque casi la mitad del grupo pensaba que un orden próximo al primero era más adecuado).
A continuación, explicamos cómo esos deseos debían transformarse en las preguntas sobre las que se conducirán el resto de diálogos, los cuales serán, por el momento, mensuales, y emprendimos la ardua tarea de decidirnos por un deseo. El criterio de elección quedaba al gusto de los participantes, aunque se propuso que fuera por el orden de importancia que se creía que tenía en la construcción de una sociedad. Tras unos minutos de debate, quedaron dos grupos mayoritarios: el de los que querían empezar por uno de los deseos de la esfera de la economía y el de los que comprendían que era más prioritario el desarrollo espiritual. La espiritualidad ganó por un solo voto y, después de elegir de nuevo entre algunos de los deseos el elegido fue: “Empatía más completa, sentir lo que hacemos”.
Al transformarlo en una pregunta quedaron muchas ideas y de nuevo hubo que llegar a un consenso. Finalmente, la pregunta ganadora fue: ¿Cómo podemos relacionarnos mejor con nuestras emociones y las de los demás?
Sorprendentemente, la elección de uno de los deseos que se habían situado en la esfera de la espiritualidad nos llevó a una pregunta que tiene mucho que ver con las relaciones sociales. En la siguiente sesión daremos un espacio a esta reflexión.
Finalmente, hicimos una ronda de evaluación figuro-analógica para despedirnos. En ella elegimos entre distintas imágenes en las que aparecían Bob Esponja y Calamardo y expusimos el porqué al grupo. Las elaboraciones fueron muy diversas, pero quedó el sentimiento general de estar compartiendo un espacio bonito, de sentirnos acompañados/as, expectantes, sorprendidos, aventureros y, para algunos también, un poco locos.
Ahora mi trabajo como facilitadora será preparar un ejercicio disparador para el próximo diálogo y elaborar algunos materiales que puedan ayudarnos a pensar mejor. La semana que viene anunciaremos la fecha del segundo diálogo, este será un domingo y su duración no excederá las 2 horas.
¡Felices sueños y fiestas y hasta pronto!
